

Generacion de la Ruptura

(1959), Fernando García Ponce

(1961), Lilia Carrillo
Es el nombre que dio la crítica de arte Teresa del Conde al conjunto de artistas mexicanos y extranjeros radicados en México, que en la década de los 50 comenzaron a reaccionar contra lo que percibían como los gastados valores de la Escuela Mexicana de Pintura, la cual aglutinaba a los muralistas mexicanos (David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera y José Clemente Orozco entre otros) cuya temática nacionalista, izquierdista y revolucionaria había sido la corriente artística hegemónica en México desde el estallido de la revolución mexicana en 1910. La generación de la Ruptura incorporaba valores más cosmopolitas, abstractos y apolíticos en su trabajo, buscando entre otras cosas expandir su temática y su estilo más allá de los límites impuestos por el muralismo y sus ramificaciones. Es de hacer notar que el movimiento no fue jamás organizado ni definido, como tal se daba de modo bastante espontáneo, no era deliberado y las relaciones entre sus miembros fueron más bien informales
El México de 1950, convulso y caótico, se puede situar en un panorama que oscila entre lo moderno y lo tradicional, lo nacional y lo internacional, la llegada de las vanguardias y los remanentes de un contexto revolucionario. Es en este ir y venir que a principios de la segunda mitad de siglo surgió una generación de artistas quienes buscaban escindirse de los valores predominantes en el arte, dominado por la Escuela Mexicana de Pintura. El muralismo, caracterizado por un nacionalismo exacerbado y un énfasis en lo popular, en lo mítico y en lo revolucionario, empezó a desgastarse. Los valores postrevolucionarios perdían su causa cada vez más. Por tanto, de forma necesaria y casi inevitable, nació una generación que promovía un arte con un contenido mucho más apolítico y que respondía al contexto cambiante de la época. Se generó una ruptura por los artistas jóvenes, definida por un cambio tanto formal como ideológico. Se buscaba la vinculación con las tendencias internacionales, originalidad, nuevas formas de percibir el arte y separarse de uno que había empezado como revolucionario pero que con el tiempo se había convertido en académico.
La generación de los 50 estuvo marcada por su oposición a la Escuela Mexicana de Pintura y los organismos oficiales que la legitimaban. Encabezada por Cuevas y “La Cortina de Nopal” se rebatía el nacionalismo abiertamente y buscaba nuevas alternativas. Artistas como Lilia Carrillo -que seguía los pasos de Tamayo- Fernando García Ponce y el mismo Cuevas, fueron el inicio de la ruptura, o como dijo Cuevas: “La ruptura soy yo”. Es gracias a esta generación que la pintura mural deja de ser representativa, y aunque los primeros pintores no ofrecían verdaderas salidas, como Tamayo o Mérida, fueron el inicio de la lucha contra el Muralismo. Posteriormente se encontraron con una situación más favorable. Se consolidó la ruptura y se habla de neofigurativos y abstractos. Alberto Gironella, José Luis Cuevas, Francisco Corzas, como representantes de lo neofigurativo, y Lilia Carrillo, Enrique Echeverría, Pedro Coronel y Vicente Rojo de los abstractos. - See more at: http://culturacolectiva.com/mexico-en-los-40-y-50-la-generacion-de-la-ruptura/#sthash.WtHnlKZM.dpuf